La atención se puede definir como la habilidad de captar, seleccionar, discriminar y procesar distintos estímulos relevantes. Es una habilidad que depende en gran medida del estado de alerta para funcionar de forma adecuada. Asimismo, se desarrolla en la infancia a partir de procesos de fijación de la mirada y se mantiene vinculada a los movimientos oculares a lo largo del ciclo vital.

La atención y el estado de alerta

El nivel de alerta es el estado de consciencia de una persona. Si este estado es adecuado el cerebro podrá atender e integrar estímulos adecuadamente. En caso contrario, el cerebro puede no detectar los estímulos e incluso llegar a interpretarlos como una amenaza, pudiendo provocar una hiperreacción. Por ejemplo, si yo estoy muy cansada, estoy bostezando y me cuesta mantener los ojos abiertos, mi nivel de alerta es muy bajo. Por tanto, me voy a enterar una mínima parte de la reunión de trabajo en la que estoy. Si yo estoy bien descansada, no tengo hambre y estoy tranquila, mi nivel de alerta será adecuado y mi cerebro captará mucho más de lo que está pasando en la reunión. A continuación, podéis ver una adaptación de la gráfica Yerkes-Dodson que explica este concepto:

¿Qué tipos de atención hay?

Clásicamente desde la psicología se ha dividido en: sostenida, dividida, selectiva y alterna.

Actualmente, se añade además la importancia de distinguir entre la atención interna y externa. La primera es la que está íntimamente ligada a la interocepción. Es decir, atender a las señales que se producen dentro del propio cuerpo. Por otro lado, la externa se refiere a aquella que presta relevancia a la información que origina del mundo externo.

Desde la neurociencia, la atención también se divide por modalidades sensoriales. En particular, se destaca la atención visual debido a su predominante extensión en el cerebro. Asimismo, se subdivide en visoespacial y visual de características. Esta última es la que permite discriminar elementos específicos como colores y formas. Por tanto, la atención visual es esencial para reconocer e identificar caras, objetos e instrumentos conocidos.

¿Cómo puedo mejorar mi atención?

Ahora, lo importante: ¿cómo puedes fortalecer tu atención y entrenar tu cerebro? Aquí tienes algunas ideas emocionantes y prácticas:

1. Ejercicios Oculares: Haz que tus ojos se muevan. Prueba ejercicios oculares que estimulen tus músculos visuales y mejoren tu enfoque visual.

2. Posturas de Equilibrio: Practica posturas de equilibrio, como el yoga, para fortalecer tu atención y estabilidad mental.

3. Actividades Creativas: Lee libros desafiantes, pinta, y sumérgete en manualidades que requieran atención a los detalles. Estas actividades mantendrán tu mente ocupada y alerta.

4. Ejercicio Físico: No subestimes el poder del ejercicio para fortalecer tu atención. Actividades como el ciclismo, la danza, la natación, el senderismo y el yoga no solo mejoran la coordinación, sino que también aumentan tu nivel de alerta, permitiendo que tu cerebro esté en su mejor estado.

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